lunes, 8 de diciembre de 2008

Desde la terraza de mi casa

Desde la terraza de mi casa veo a los vecinos en sus propias terrazas. Era algo emocionante asomarse un poco en la pared bajita para y ver la terraza vecina con una o dos o hasta tres siluetas. Y que si hablan se escucha, y que si se ríen se escucha. Emosion pura, o emocion... A los de la terraza de en frente no los escucho, no se si porque son nuevos, o porque no hablan entre ellos o porque es imposible que los escuche de tan lejos. Tienen un mercadito que vende comida hecha, se llama “Resto Maria Rosa” Son una pareja los dos, él es joven y lleva siempre el pelo muy brillante y espeso con la ralla al medio y algunos mechones bloqueándole la vista, como el del poster de mi cuarto. Es chiquitito y de no se, algo así como treinta y cinco o treinta años. Usa lentes para ver de lejos y de cerca, redondos como los de Lenon. Pero es mucho mas joven que su esposa “MARIA ROSA” La mismísima maría rosa que tiene, o tenia cara de pocos amigos, él también, pero en ella era mas notable, porque él, por lo menos hablaba. Maria Rosa se la pasaba en la cocina, la podia ver en un ambiente "familiar" solo en su terraza. Plantaba muchas plantas, muchísimas, tantas que un día ya no pude ver su terraza, ni al gato que habia descubierto hace poco, grande como los mios juntos. No se... me gustaba ver sus plantas nuevas, o encontrarla a ella caminando con el delantal de cocinera y fumarse un cigarrillo con cara de presa o asesina o prostituta. Pero un día a la noche descubrí una reja de hierro con algunas plantas atrapandola. Los días pasaron o pasaban y la enredadera se extendía cada vez más. Y yo me pregunto ¿Por qué lo hizo? No lo voy a saber. Y nunca voy a tener la oportunidad de escucharle la voz, pero yo se que habla, siempre habla, ojala fuera mi amiga, ojala no me escupa la comida, ojala no piense mal de mi, ojala algun dia me invite a la casa y me deje levantar el gato gigante, pero que él, su marido no este.

Para Joaquín

Hojas, fuego, bordes, negros, incendio.
Los bordes de unas hojas verdes
Se queman negros como un cerrar de ojos
Frente al sol, se produce un incendio
Amasarte toda una vida, creando lo que no soy,
lo que quise ser. Llegué, pero no hasta tanto.
Sos mi legado, El dolor te acompañará con cada musa

Escuchame porque sos hermoso.
El fracaso al crear arte crea dolor,
Dime hijo ¿que hace un artista con el dolor?
Escalera, jardín, caracol, lluvia, encierro, sonrisa.
Una escalera de caracol, en un jardín, donde
A la mañana llueve. Y a veces
yo encerrado arriba.
Y a veces tus ojos y tu sonrisa,
No hice todo lo que pude,
hice lo que quise, y te amo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Otoño quedate con migo

La densa inmunidad presentándose en nuestra carne propia
Consistente luna, lugar donde jamás estaré con ella.
Una laguna de tarareo pasivo en mi otoño sentimental,
durante un esforzado andar bonaerense, me dice que mire el charco
Lo miro, y ahora me dice que me tire en el, no me tiro,
Sigo andando. Un globo en una ventana, olor a incienso. Una maceta vacía.
Muchas sombras en los brazos y unos cuantos latidos punzantes y discontinuos, que me avisan que estoy vivo.
Sombras de ojos grandes, árboles tiernos que piden una caricia de viento.
Un abril que pasa extrañado y asustado, pidiendo un poco de amor
que nadie le da.
Tuvo un mal año el otoño, se sintió solo, dice que estos tiempos son raros
Porque se le murió la vieja enfrente del obelisco y debajo de una nube,
a la que nunca le importaron los gritos, los de nadie.
Se vuelve cruel la vida con las estaciones, cuando ellas no se ocupan de estar contentas.
Los gritos me importan, solo si son de un auxilio egoísta,
Me empuja el cuore para adentro, con la mano sola en el aire,
pidiendo contacto y contención fuerte,
para que no se le caiga el corazón como si no existiera carne ni costillas.
Me llama a vientazos en el pecho y la cara.
Yo a diez metros de ahí. Estaba con ella, otra vez, denso, insulsa, mirando
la luna, el lugar redondo que ella entiende de otra forma y donde nunca estaré con el otoño, a quien no le importa si la sigo lastimando. Contal de que lo ayude, y de que no me moleste saber que el nunca me va a llevar a la luna. Su lugar es solo donde yo lo beso
Y hablamos lagrimeando como reptiles, de las fotos de su vieja y de la mía.
De su infancia y de la mía, que no se cuando se paso la vida, que ya pienso en cuando tenga canas. Del contacto físico y los orgasmos. Y del amor.
Aunque la vida sea cruel con nosotros, cuando no estamos contentos.

Cosas de Tiempo

Sobre un fondo blanco, una mancha que se deshacía y se hacia, se desviaba y no tenia rumbo. Se chocaba con algo y cambiaba de color. Volvía, y no llegaba. Manuel se tambaleaba lentamente. De pie, se mecía hacia un lado y hacia otro. Las suelas siendo parte del suelo, asi y asa. Miraba la puerta, indiferente, con los ojos perdidos, enfocado en otro mundo. Enfermo, cuerdo, como todos, pero diferente. Eso, y un ruido de llaves, una tos, una lágrima que escapaba de sus ojos. Eso, y Planto, que entraba por la puerta rota, gesticulaba, tosía una vez, y trataba de distenderse con el noble acto de saludar por medio de una mirada amable. No habló. Caminó dejando su sombra en cada mancha de humedad. Eso, y en su camino pateó una caja. Ninguno menos Tin estaba contento. Bajo una gran ventana, estaba Tin con casi seis años, sentado indio en el suelo, contando y sacando las minúsculas baldositas de madera. Esas que se intercalan entre si, las sacaba, y las cambiaba de lugar, algunas faltaban. Y en cada esquinita de cada huequito se veía la pelusa acumulada. El fin era cambiar las maderitas en los huecos donde menos pelusa había, el motivo, era útil y entendible para solo algunos, algunos como él, de los que se van, y no vuelven. De todos modos era solo un niño. Planto se detuvo recto frente a Manuel, le dio una cajita de madera. Este la guardo, primero en un bolsillo. No convencido, la paso al otro, y de ahí, directamente al piso. Planto le toco el vientre, tosió y le dio un revolver lleno de arabescos metálicos. Manuel lo agarró, lo cargó, pateó la caja, y disparo. Planto calló sobre las baldosas sucias. Cuando murió, Manuel dejo de tambalearse. Se guardó el arma, vio a Tin que se había pasado a un rincón de la pieza, donde la baba de diablo que flotaba desde la ventana podía tocarlo, lo vio sacar mas maderitas de lo común, una atrás de otra, eso, y encontró un hueco profundo, en el, una cajita. Manuel se acercó irritado, y se la saco... la guardó en su bolsillo izquierdo, luego en el derecho, y ahí la tubo que dejar. Lloró, si, lloró y se secó los ojos, y lo dejó solo en la habitación. Después se fue, y serró con llave. Y aunque volvería algún día, cuando Tin tenga su edad, no se sentía consolado. El compromiso hace a la perdida del goce de las acciones para gozar, eso estaba escrito en la pared hace mas de un billón de años. El tiempo, la compañía, el planeamiento y el alejamiento definitivo de alguien, no es motivo de goce. El compromiso y el no goce, crean pelusa negra en el tiempo. Ese cuarto sin viento, hace más de un billón de año, seguía siendo solo crueldad.

Chichoni




Poema tradicional japonés

" Ciruelo de mi puerta, si no volviese yo,
la primavera siempre volverá. Tú, florece."


Powered By Blogger

RepresiónInconsciente

Busca, busca nomas








Esta es la targeta que tiraremos

Esta es la targeta que tiraremos
el dia del juicio final


Stanley

Stanley



Archivo del blog

Las cosas que tienen un titulo

Las cosas que tienen un titulo

blue blanc rouge

blue blanc rouge

je

je

Se hacen mas pequeñas

Se hacen mas pequeñas

Seguidores



Datos personales

Mi foto
Escasa pero suficiente para el exterminio total y placentero, Wuenos Jaires, Argentina
Ninguno que quiera dar ahora