Ningun guerrero puede alcanzar al sol con sus flechas, porque el sol ya a cruzado la frontera.
Y haya va ella. Cobarde
Y haya va él. Escapista
Para que se iba a mentir a él mismo, allí donde nadie lo escuchaba, en su cabeza que a veces sentía tan permeable como una media de red o un colador de café, café, café, eso le haría bien. Los primeros golpes lo excitaron de manera violenta, tuvo la impresión de estarse congelando por dentro y poder controlar su erección, se paró de un salto y la silla en la que estaba sentado cayó e impacto contra la ventana que tenia detrás, con el ruido de los cristales cayendo y la calculadora en la otra oficina, se le puso la piel de gallina y gritó de inmediato que estaba bien, todo estaba bien por allí, que la ventana se rompió sola. Entonces corrió, con el sonido de la tos de la oficina de al lado, bajó las escaleras y pasó por todos los pisos a sumas velocidades abriendo y cerrando puertas, muchas y con fuerza. Al llegar a la vereda, el frió era insoportable, y tenía un profundo corte en su brazo derecho, la sangre emanaba como agua de una catarata, y cada gota que perdía era un pinchazo de aguja en las venas irritadas. Delante de él se topo con cinco o seis tipos de veinte a treinta años, vestidos con armas de fuego, un disparo impactó en su pecho y entonces sintió que se moría, el teclado de la oficina sonaba con una fuerza tremenda, así que se levantó y corrió como pudo, se sacó la remera y la herida de bala dejó de sangrar, estaba seca y profunda como un hueco en un maniquí. Sintiendo punzadas fuertes en el corazón entro a un bar, donde un gordo de camisa blanca y el pelo engominado lo atendió. Cada botón de su camisa era una amenaza. Allí en la otra mesa estaba ella, una rubia de unos pechos enormes que no tardó en fichar, ella pidió la cuenta al gordo y se levanto de su silla. Él se olvidó de su café y de sus medialunas y de que en realidad nunca tuvo dinero, y se levanto para seguirla, sin la remera, con un tiro en el pecho y el pelo engrasado, ella sintió el olor de la sangre y dio media vuelta, dejando su rostro en penumbra y sus amarillos pelos radiantes reflejando la luz en sus ojos. “Tengo la solución” El dudó si se trataba de una persona que ya conocía “Seguime y hagamos las paces” No la conocía, se dio cuenta al instante, ella comenzó a correr por las veredas rotas y el la siguió detrás a toda velocidad, lo pelos de ambos eran arrebatados por el viento y una nube amenazaba con caerse sobre ellos y bloquearles el camino para siempre. Ella dobló en la esquina y comenzó a correr cuesta arriba, cuando él vio el desnivel del suelo sintió una punzada en el pecho y cayó sobre las baldosas rotas. Ella no detuvo la marcha, corrió y lo dejó atrás, corrió a buscarlo en una nube, sin jamás mirar hacia atrás.
jueves, 17 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
RepresiónInconsciente
Busca, busca nomas
Esta es la targeta que tiraremos
Stanley
Archivo del blog
Blogs simpaticos
Las cosas que tienen un titulo
blue blanc rouge
je
Se hacen mas pequeñas
Seguidores
Datos personales
- Y si cantas a la luna y perdes la vida en un instante
- Escasa pero suficiente para el exterminio total y placentero, Wuenos Jaires, Argentina
- Ninguno que quiera dar ahora
No hay comentarios:
Publicar un comentario